Inmunes al cáncer: el blog del CRI

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Kay Ellen G’s Immunotherapy Story

Cáncer de ovario

Era mucho más fuerte de lo que pensaba.

La historia de Kay Ellen

En algún momento, todos necesitamos a alguien que nos defienda. Para KayEllen Gebhart, de 61 años, que enfrentaba un cáncer de ovario en estadio III, esa defensora resultó ser su hija Nicole. Nicole ayudó a su madre a recorrer el mundo muchas veces apabullante del diagnóstico y tratamiento del cáncer, advirtiéndole sobre otras opciones fuera del trío habitual de cirugía, quimioterapia y radioterapia.

Para pacientes como KayEllen, con diagnóstico de cáncer de ovario cuando ya hay metástasis, el principal tratamiento de primera línea es la cirugía más la quimioterapia, que suele ser eficaz para lograr la remisión. El problema es que el cáncer de ovario tiene la obstinada costumbre de regresar, lo que ocurre en alrededor del 80 % de los casos. Y cuando regresa, a menudo es resistente a más quimioterapia.

Kay Ellen and daughter Nicole

Es por ello que KayEllen sabía que quería buscar otros métodos de tratamiento para evitar que el cáncer regresara. «Me sentía como si estuviera viviendo sin una red de protección o saltando sin paracaídas», dijo KayEllen. Fue ahí cuando Nicole comenzó a buscar otras opciones.

Enseguida se encontró en el sitio web del Cancer Research Institute, donde conoció los prometedores tratamientos para el cáncer de ovario, incluidos los diferentes tipos de inmunoterapia. En unas pocas semanas, KayEllen se inscribió en un ensayo clínico de una vacuna terapéutica contra el cáncer.

Una sorpresa poco grata

Al cáncer de ovario a veces se le llama «el cáncer silencioso». A menudo se desarrolla sin presentar síntomas reveladores y, por esa razón, comúnmente se diagnostica en un estadio avanzado.

Ese fue el caso de KayEllen, quien se enteró de que tenía cáncer de ovario en estadio III el día en que cumplía 56 años, el 12 de agosto de 2008.

«El mío fue un caso clásico, sin muchos síntomas, que como todos sabemos ahora es típico del cáncer de ovario», explicó KayEllen.

Cuando detectaron el cáncer, se había extendido a los ganglios linfáticos circundantes. Para no perder tiempo, KayEllen coordinó de inmediato una consulta con un cirujano. Tres días después se sometió a una cirugía para extirpar el tumor.

El siguiente paso en su largo recorrido con el cáncer fue una serie intensiva de quimioterapia, administrada por vía intraperitoneal y directamente en la cavidad que rodea los ovarios. Este método de tratamiento, administrado cada dos semanas, se caracteriza por ser particularmente agotador. «Siempre me decían que no lo terminaría», dijo KayEllen. «Cuanto más gente me decía que no lo iba a terminar, más me obstinaba en hacerlo. Y lo logré».

Antes de tener cáncer, KayEllen tenía la costumbre de evitar todo lo relacionado con las cuestiones médicas. «Solía bromear con las enfermeras y les decía que ni siquiera podía ver Scrubs». Pero descubrió que cuando las cosas se complicaban y su salud dependía de ello, podía recurrir a fuerzas que no sabía que tenía. «Y de repente, aquí estaba recibiendo inyecciones y pinchazos y me asombré de mí misma. Era mucho más fuerte de lo que pensaba». 

Tanto la cirugía como la quimioterapia salieron bien y se le comunicó que estaba en remisión. Pero esta devota esposa y madre de dos no quería correr ningún riesgo. «El cáncer de ovario tiene una de las tasas más altas de recidiva y yo lo sabía», señaló KayEllen. «Es prácticamente un hecho cuando se tiene cáncer de ovario en un estadio superior a II».

Poco después de terminar el tratamiento de quimioterapia, Nicole buscó en Internet qué más podían hacer para tratar de evitar que el cáncer reapareciera. Resultó que había varias opciones.

Vacunas contra el cáncer

En el sitio web del CRI, Nicole encontró información sobre los ensayos clínicos que se estaban llevando a cabo en el Roswell Park Cancer Institute de Búfalo, Nueva York, bajo la dirección del Kunle Odunsi, MD, PhD. El Dr. Odunsi es líder en el campo de la inmunoterapia para el cáncer de ovario. Su campo de investigación es el diseño de vacunas terapéuticas que recurren al sistema inmunitario para combatir el cáncer.

cuantos más linfocitos T invadan el tumor, mejor será el pronóstico del paciente. Si se pudiera de alguna forma fortalecer esta respuesta inmunitaria natural, el pronóstico para las mujeres con cáncer de ovario podría mejorar.

Para que el sistema inmunitario reconozca el tumor debe poder identificarlo mediante un marcador distintivo o antígeno. La investigación del Dr. Odunsi y otros ha demostrado que hasta el 40 % de los tumores de cáncer de ovario presenta un antígeno único llamado NY-ESO-1, una proteína que normalmente se produce solo en los testículos masculinos y en la placenta. Su presencia específica en los tumores de ovario, por lo tanto, la convierte en un posible blanco para una vacuna terapéutica contra el cáncer.

KayEllen se inscribió en un ensayo clínico de una vacuna elaborada con el antígeno NY-ESO-1 y otras sustancias químicas que se conocen como adyuvantes, diseñadas para incrementar la respuesta inmunitaria en desarrollo. En total, KayEllen ha participado en tres ensayos de vacunas diferentes, uno en el Centro Médico de la Universidad de Duke y dos en Roswell Park. A mayo de 2014, sigue en remisión completa.

La mejor medicina

Enfrentar el cáncer no ha sido fácil para KayEllen y su familia. La noticia afectó particularmente a Nicole, su hija adoptiva coreana; ambas siempre fueron unidas, pero esta experiencia las acercó aún más.

KayEllen recuerda las palabras de Nicole: «Mi vida comenzó cuando me trajiste aquí, así que quiero ayudarte con la tuya».

Toda la familia Gebhart recuerda los primeros días del diagnóstico y tratamiento de KayEllen como los peores días de sus vidas. Cuando KayEllen entró en remisión, fue un poco más fácil. Parte del golpe lo suavizó la propia KayEllen, que en un momento de su vida quiso ser comediante de stand-up y logró encontrar el humor en lo más inverosímil.

«Cuando recibí el primer diagnóstico no sabía qué hacer. Tenía dos días de espera hasta la intervención quirúrgica, así que elegimos películas viejas de Chevy Chase y nos sentamos a verlas el día entero», recuerda. «Creo que ese humor sano o las endorfinas de la risa nos ayudaron a superar el momento».

Kay Ellen G

Los frecuentes viajes a Búfalo, Nueva York, para recibir el tratamiento en Roswell también tuvieron aspectos positivos. «Tenemos raíces en esa zona, así que fue como volver a casa». En uno de los últimos viajes, ella y su esposo fueron a las Cataratas del Niágara para celebrar su 30º aniversario de bodas. «A estos viajes siempre les he llamado ‘vacaciones con agujas’», comentó.

Al reflexionar sobre los últimos 7 años, KayEllen agradece las pequeñas cosas que aún puede disfrutar.«Estoy viva para ver a mi nieto jugar al béisbol. Estoy viva para salir a cenar y celebrar la llegada de mi hija de Corea. Estoy viva para observar los pájaros, para Pete. Digamos que ahora soy una cita económica».

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