Kevin Lankes’s Immunotherapy Story

Tenía un lunar realmente extraño y elevado en la pierna. Estaba duro como una piedra y me picaba. Pensé que era la picadura de un mosquito, pero cuando lo miré, definitivamente parecía fuera de lo común.

Recibí mi diagnóstico por teléfono en agosto de 2011. Fue un momento surrealista. Enseguida, me puse en modo expeditivo y empecé a coordinar consultas con el médico. Algunas personas se desmoronan enseguida; yo no, yo me derrumbo más adelante. Evité decírselo a mi familia por un tiempo, pero finalmente lo hablamos y mi madre tomó las riendas y se encargó de todo. Me decía: «No, vamos aquí, estos son los mejores». Así es como encontramos al Dr. Kirkwood y a mi cirujano, el Dr. Edington.

Está claro que la inmunoterapia es una maravillosa alternativa a la quimioterapia. Las investigaciones demostraron que no tiene efectos secundarios a largo plazo. Lo único que me dijeron que me iba a pasar es que durante un año iba a sentirme muy mal. Seguí adelante y, sin ninguna duda, me sentí mal durante todo un año.

Así que en diciembre de 2011 comencé el tratamiento. Fue un mes muy difícil. Iba al hospital de lunes a viernes para conectarme a la máquina, me colocaban la vía intravenosa y me sentaba en la silla con todos los demás en la sala de tratamiento. Me estaba quedando con mi tía abuela en Pittsburgh; y regresaba a su casa, me sentaba en ese escritorio en el dormitorio de huéspedes y escribía a pesar de los escalofríos y la fiebre. Paraba para cenar a eso de las 6:30 o 7:00. Cuando ya no podía seguir despierto por más tiempo, tomaba ansiolíticos y caía desmayado. Luego, me despertaba por la mañana y hacía todo de nuevo.

Si no fuera por todos los aspectos negativos del cáncer, todos verían sus ventajas. Espero poder tener esa perspectiva en el futuro, como no enojarme tanto, dejar pasar las cosas, comprender qué cosas son importantes. A veces me doy cuenta de que vuelvo a actuar como antes, me frustro por los viajes diarios al trabajo, etc., pero luego me acuerdo y me digo: «espera, casi mueres una vez, ¿de qué te preocupas?»